Astrónomos CATA UC participan del hallazgo del primer asteroide con anillos

 

Sólo se tenía conocimiento de esas estructuras en planetas como Saturno y Neptuno.

El 15 de febrero de 1997, el astrónomo norteamericano James V. Scotti descubrió un asteroide de 250 kilómetros de diámetro entre las órbitas de Saturno y Urano. Lo nombró Chariklo. En junio de 2013, 16 años después, un equipo de astrónomos, entre ellos investigadores chilenos, realizaron un notable hallazgo: Chariklo está rodeado por dos anillos.

“Se trata de un descubrimiento sorprendente”, dice Leonardo Vanzi, astrónomo de Centro de Astro-Ingeniería de la U. Católica, organismo que formó parte de la red que hizo el descubrimiento, publicado ayer en la versión en línea de la revista Nature.

Es que hasta ahora sólo se sabía que los cuerpos de mayor tamaño como Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno, tenían anillos. “Descubrimos un doble anillo que rodea un cuerpo menor del Sistema Solar. Hasta ahora se conocían anillos en planetas mayores, pero no existía ese concepto en un cuerpo menor”, aclara el investigador del Centro de Astrofísica CATA

El descubrimiento, hecho por Vanzi junto al alumno de doctorado Rodrigo Leiva, fue realizado usando datos del Observatorio Docente UC Santa Martina, y los de una red de telescopios del hemisferio sur, encargada de monitorear objetos menores del Sistema Solar.

Las estructuras fueron advertidas en junio de 2013. El experto explica que en esa fecha la red de telescopios midió la pequeña sombra que dejó el asteroide al pasar frente a una estrella visible desde el hemisferio sur. Al ser un objeto pequeño, lo único que se aprecia es una variación en el brillo del astro. Pero esa variación no apareció en los datos, pero sí dos pequeños peaks negativos. “Pensamos que había un error de calibración del instrumento, pero revisamos y todo funcionaba a la perfección”, cuenta.

Las mismas observaciones realizaron el resto de los observatorio de la red. Al analizar los datos, determinaron que se trataba de dos anillos, de siete y tres kilómetros de ancho, respectivamente, separados por un espacio de nueve kilómetros.

Su origen aún no está claro. Los científicos consideran la opción de que una colisión pudo provocarlos, y que incluso ese evento haya dejado una luna que aún no se ha detectado.

Vanzi destaca la relevancia de haber participado en la investigación con un observatorio universitario. “El Observatorio Docente UC Santa Martina es un observatorio pequeño de universidad como muchos en el mundo, que se ocupa de mostrarles a los estudiantes el funcionamiento de los telescopios en escala reducida”, dice. Sin embargo, posee una gran ventaja, el 60% de las noches al año son observables.

 

Nota: El texto original fue publicado en el Diario La Tercera del 27 de marzo, para verlo hacer click aquí

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20140327 - Fuente: LaTercera/Nature/IAA UC    


     
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